Por Miguel durán
Aguirre es valiente porque dice cosas
que otros muchos no se atreven a decir.
Despues de leer la columna en la Gaceta de mi admirado amigo don Miguel
duran no e podido resistir la tentacion de publicarlo en mi blog, por muchas
razones la principal es que comparto todo lo que dice y estoy con el en todo, te homrra el
reconocer cuando un político lo hace bien, y Esperanza Aguirre tiene las
virtudes que tiene que tener un buen político: valentía, humanidad, honradez y
llamar las cosas por su nombre.
Es difícil calcular a
día de hoy las consecuencias todas de la dimisión de Esperanza Aguirre. Es
cierto, nadie es imprescindible; pero también lo es que unos lo son más que
otros y tengo para mí que la presidenta que ahora se nos va no será fácilmente
sustituible. No quiero especular con las razones de su marcha porque, por una
parte, sin duda existen las de orden personal y porque, de otra, las que
pudieran no haber aflorado hasta hoy ya aparecerán, si existen. Quiero
centrarme exclusivamente en la persona, en su humanidad y en su capacidad
política y de gestión. Dicen algunos que Esperanza es una mujer dura; yo creo
que no. Creo que esa gente confunde valentía y claridad con dureza. Esperanza
Aguirre es valiente porque dice cosas que otros muchos no se atreven a decir.
Es una mujer que ha tratado de contribuir a la libertad de los ciudadanos,
haciendo intervenir lo público de forma siempre subsidiaria a la capacidad de
las personas para construir su futuro. Se ha convertido en el centro de todas
las invectivas de la progresía izquierdosa, y ello porque ha tenido muy claro
que, como ella misma decía, “había que acabar con todas las mamandurrias”.
Estoy convencido de
que Esperanza Aguirre no habría tenido ningún problema en decir, como
presidenta de su comunidad autónoma, en la conferencia de presidentes del
próximo día 2 de octubre, que estaba dispuesta a contribuir a un proceso de
reordenación de las autonomías. Sin embargo, no podrá hacerlo. Vaya usted a
saber si el Partido Popular será capaz de mantener un razonable contraste
interno de pareceres faltando doña Esperanza. Reconozco que un cierto nivel de
desamparo experimenté antes de ayer al oír la noticia; desamparo porque no hay
nada confiable en la oposición y porque tampoco me fío mucho de lo que pueda
venir después de ella. Ojalá que todo salga bien.
Málaga 19 de
Septiembre del 2012