LAS FAMILIAS

La gloria de la familia es su fecundidad. Que un hombre y una mujer se una para ser felices y satisfacer sus pasiones no entraña ninguna nobleza especial. El fin del matrimonio consiste en la creación del ambiente más favorable al nacimiento y educación de los hijos, eso da al matrimonio de una mujer y un hombre, una nobleza tal, que ennoblece a los que a él se consagran.

Al estudiar los éxitos escolares, por estudiantes, se ha observado, que la media más débil se encontraba entre los hijos únicos, la más elevada entre los que pertenecen a familias de seis o más hijos. Eso no solo se ha comprobado en los trabajos escolares, sino en otras actividades, como las artísticas, sociales y deportivas. Sin embargo, los médicos dicen no admitir que sean más fáciles educar e instruir uno o dos hijos que toda una familia de seis hermanos.

 De sobra es sabido los sufrimientos de los hijos únicos; alimentados con excesiva precaución, y demasiado cuidados. Siempre acompañados, elogiados, rodeados de cientos de prohibiciones. El hijo único es el centro de admiración.

Su ambiente no le permite medir sus fuerzas con iguales movimientos, aprende con dificultad a adaptarse a los demás. Si se trata de un chico se vuelve miedoso, cobarde, terco, egoísta queriendo siempre tener razón.

Sin embargo estos ejemplos demuestran, que las familias numerosas, constituyen ambientes propicios y excepcionales, muy al revés de lo que quieren hacernos creer las habladurías de ciertos políticos y sociólogos, (a menudo con fines muy egoístas); la ruina de las familias no tiene su causa en la falta de fuerza educadora, sino en las condiciones sociales, económicas y de vivienda, que nos conduce a una situación amarga; al tener que trabajar el padre y la madre conlleva el tener que descuidar a los hijos.

Los métodos de educación, la falta de apoyo a las familias; los padres no saben cómo educar a los hijos: Hay miedo para ejercer la autoridad, no saben cómo adaptarse a la nueva situación. El niño de hoy que no tiene compañeros de juego en su casa, pasa más tiempo en la calle, fuera del hogar; de todos es sabido lo importante que es para la formación de los niños el hogar y la familia.

“Hay barios estudios que amenazan que la maternidad (o paternidad) corre el riesgo de banalizarse al quedar convertida en un acto de posesión, en el capricho de quien “adquiere” un niño como quien comprase una mascota; ¿un hijo o una mascota? ¿Una mascota, un hijo o un robot? Todo es celebrar las múltiples opciones de concepción de la mujer actual; con y sin sexo, con o sin ovulo propio, con o sin pareja, con o sin edad fértil, pero, entre tanto, ¿qué dice el niño? “.
Málaga 10 de noviembre del 2013
Antonio Hurtado Moya