¿Conoces la historia del rito en el paso de la infancia a la juventud de los indios? Cuando el niño empieza su adolescencia, su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va dejándolo solo. Él tiene la obligación de sentarse en un tronco durante toda la noche y no puede quitarse la venda de los ojos hasta que los rayos del sol brillen de nuevo en la mañana.
El niño no puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive esa noche, él ya es un hombre. Tampoco puede contar a otros muchachos su experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la mascunalidad por su cuenta.
El niño esta aterrorizado. Él puede oír toda clase de ruidos. Que producen las bestias salvajes que rondan a su alrededor, lobos que aúllan, escucha el viento soplar y la hierba crujir, sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda de los ojos. Ya que es la única manera que puede llegar a ser un hombre.
Por ultimo, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda, y en toces cuando descubre a su Padre sentado junto a él. Su padre no se ha ido, ha permanecido junto a él, ha velado toda la noche en silencio, sentado en un tronco para proteger a su hijo del peligro sin que él se dé cuenta.
De la misma forma, nosotros los cristianos, nunca estamos solos. Aun cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades y tropiezos de la vida, nuestro Padre Celestial, esta siempre a nuestro lado, velando por nosotros, sentado en un tronco. Cuando vienen los problemas y las crisis de Fe, lo único que tenemos que hacer es confiar en El, algún día vendrá el amanecer y lo veremos cara a cara tal cual es.
Málaga 13 de octubre del 2012
Antonio Hurtado Moya