UN ENTENDIMIENTO DE LA VIDA DESDE EL CENTRO POLITICO



Con frecuencia se suele escuchar que los políticos que creen y defienden una concepción de centro progresista carecemos de ideología o de un esquema y proyecto de vida. Pienso que no es así.

Partiendo de la creencia del ciudadano, viviendo en colectividad, construimos un cierto entendimiento de la vida y del futuro, analizando el cometido del Estado, el de las entidades que lo integran, y el de los propios ciudadanos en la sociedad.

Se concibe la esencia del Estado como “un hacer, para dejar de hacer”. Se está considerando que su papel ha de consentir en la realización de prestaciones, obras y servicios que permitan, faciliten e incentiven al ciudadano a la ejecución, a su vez, de sus iniciativas y de sus proyectos. Esto es, la legitimación o la justificación del “hacer” del Estado está sólo en función del “dejar hacer” a la ciudadanía.

Quiere decirse, pues, que el “hacer” de la Administración vendría predeterminado en exclusiva por las necesidades, las carencias, la igualdad de oportunidades y las correcciones o los incentivos que exijan los ciudadanos, todos ellos, para la ejecución de sus propias ideas.

Con ello nos distanciamos ideológicamente, de un lado, de la tesis de un liberalismo puro con su célebre principio de “dejar hacer, dejar pasar” y, de otro lado, también nos separamos de posiciones favorables a un Estado interventor y ordenador de parte o de toda la vida del hombre.

En el dilema igualdad o libertad elegimos la posición de “”libertad en función de la igualdad”, o lo que es lo mismo, la confianza en el hombre como individuo que vive en colectividad.

Así las cosas, y de cara al futuro, el Estado, y al objeto de “dejar hacer” al ciudadano, debería asumir cuatro funciones principales: (política de defensa nacional, de relaciones internacionales, viaria y de comunicaciones, y de justicia); asegurar la desaparición de carencias a los menos favorecidos (prestaciones sociales, viviendas y pensiones); garantizar estrictamente el principio de igualdad de oportunidades y la permeabilidad social (acceso a la educación libremente, a la cultura, y la sociedad de merito).

A partir del cumplimiento de estas prestaciones por el Estado, el individuo cuenta con la plataforma que posibilita “su hacer”, esto es, la ejecución sin trabas y libre de las iniciativas propias.

En definitiva, el Estado ha de “hacer”, simultáneamente, lo estrictamente indispensable y lo suficientemente necesario, para que el ciudadano pueda creer y ejecutar, individual o colectivamente, las decisiones que estime útiles.

En cuanto a las Entidades Políticas y Territoriales que integran el Estado (Comunidades Autónomas, Diputaciones, Cabildos y Consejos, Ayuntamientos y otros) desde nuestra concepción su cometido principal debe consistir en “facilitar la vida” al ciudadano.

La dirección, que no la intervención, de la ordenación de la convivencia vecinal, provincial o comunitaria, ha de ser compatible, y a un incentivad ora, de la creatividad del individuo que tienda, sobre obtener un legitimo beneficio, a mejorar y a extender el bienestar social.

De otra parte, “facilitar la vida” comprenderá la disposición de los medios por las entidades territoriales para el establecimiento y la prestación de servicios públicos que permitan una vida en la ciudad o pueblo mejor, más fácil y más libre.

Mientras el objetivo primero facilita o incentiva la creatividad, el segundo dispone los elementos o medios públicos que la hacen posible. El uno, dejar de hacer, y el otro, permite hacer, prestando los servicios colectivos necesarios. En todo caso, en el establecimiento de las prestaciones públicas primara su carácter social y el empeño de igualar horizontalmente el bienestar de los individuos, dando absoluta preferencia a los menos favorecidos.

Entendemos que, así como lo “liberal” desde una idea política ha pasado fundamentalmente a ser, y ciertamente con éxito, un talante o un comportamiento humano, “la solidaridad” ha de convertirse en un punto de referencia clave en las relaciones entre los individuos. Se ha y se debe actuar en solidaridad.

La idea, pues de este aspecto de la solidaridad estriba en una coordinación voluntaria de los objetivos, previa la disposición de una información integral, y los medios de hoy permiten obtenerla, y la existencia de programas concertados, confeccionados a través de organizaciones societarias que desde la base suministren y reciban información, que permita la fijación de los objetivos óptimos económica y socialmente.

En la medida que, y por concluir entramando las tres ideas básicas señaladas respecto del Estado, los entes intermedios y los individuos, el primero se ajuste en sus funciones a la construcción de la plataforma precisa para que los ciudadanos puedan llevar a cabo sus creaciones e iniciativas; en la medida en que las entidades territoriales “faciliten la vida” a los vecinos, y en la medida en que estos ajustes sus comportamientos a la solidaridad así entendida, esto es vivir en solidaridad, ciertamente podríamos conseguir una convivencia mejor, más libre y posiblemente más feliz.
Málaga 10 de octubre del 2011
Antonio Hurtado Moya