Cuando te diriges de Cádiz a Málaga, con una carretera maravillosamente turística. Hace tiempo que se le ha encontrado su mote o slogan, y ha quedado en llamarse como “Costa del Sol”, ya que a llamarse “costa azul” se le habían adelantado otras orillas acaso menos azules. Los malagueños, que desde varios lustros viven explotando sabiamente su merecida fama de ciudad invernal, diríase que se han encontrado por ello más preparados que los restantes andaluces para asimilar, atender y encauzar el actual aluvión de turismo.
De Cádiz hasta Málaga, los rótulos en inglés o francés son tan numerosos por lo menos como los españoles. Y las fincas apartadas, con preciosos jardines y copudos árboles descolgándose sobre pequeñas playas mediterráneas, significaran una constante tentación, muchas veces irresistible, para el alto y el descanso.
Acaso en ninguna provincia andaluza sea tan difícil, para aquel que viaje en su coche por placer, como en la de Málaga, llegar a donde se haya propuesto; porque cada cinco kilómetros le asaltará la duda de sí no será mejor aquel lugar que surge tras una nueva curva: árboles, sombras, rumor y, al fondo, la clara luz de una playa tranquila.
Desde Cádiz, es Estepona, la primera población malagueña que cruzamos. Nada os tendré que decir de su carácter porque lo acusan, sobre la misma carretera, varados en el asfalto, los faluchos de su flota pesquera “de bajura” que aroma, con el olor yodado de sus quillas la negra cinta hecha para la gasolina y el aceite. Felipe V hizo villa a esta población que actualmente cuenta con más habitantes dedicados al turismo que a las faenas de la mar en sus rápidas y airosas traíñas.
La sardina y sus próximos parientes el chanquete y el boquerón, se concentran en esta aguas a donde acuden embarcaciones de Ceuta, Algeciras y Málaga, Pero no me quedo con la conciencia de “guía” suficientemente tranquila habiendo nombrado el chanquete así, al paso y como sin darle importancia. Desde Estepona en adelante, el chanquete --- el boquerón párvulo y enano --- será plato típico y obligado de cualquier comida. Si hay algo que sea como probar el mediterráneo mismo es este tipo de comer chanquetes fritos. Parece ser que la insistencia secular de la pesca, el incansable batir de las redes, es lo que, capturando el boquerón, sin permitirle el desarrollo, ha logrado que el chanquete allá desaparecido. Es pues, un típico producto de la civilización, sin mezcla de naturismo ni espontaneidad silvestre: casi una artesanía de la pesca. Porque la civilización mediterránea es esto: un humanismo, manosear las cosas, hasta conseguirlas limitadas y exactas. Las columnas y hasta los dioses, a la medida del hombre. El chanquete, breve, domestico, es un típico producto depurado del Mare Nostruns: del mar a la mano…. La moderación del mar de Grecia y Tartesios es premiado con chanquetes. La osadía ambiciosa del Mare Tenebrosis es castigada con cetáceos gigantescos.
Pero tampoco es grano de anís la sardina de Estepona. Quisiera que estas sardinas las comierais en su ambiente peculiar, que es el de una “moraga” sobre la playa. Intentare describirla. Ha de ser precisamente de noche y ya es suficiente mareo el de la noche mediterránea en esta costa sur. Al fondo, a la derecha, las estrellas parecen concentrarse en el ramillete de luces del Peñón, que de vez en cuando nos enviará el haz de un reflector rasgando el cielo. A nosotros nos habrán preparado un sombraje con palmas para protegernos de la humedad y bajo él unos bancos con mesitas bajas donde el vino, el imprescindible y gigantesco vino andaluz, espera el estimulante de la sardina para correr con abundancia.
Seguimos para Málaga, nos faltan más de ochenta kilómetros y por ello es preciso vencer todas las tentaciones de parada si queremos terminar el recorrido. Llegamos a Marbella después de cruzar San Pedro de Alcántara, donde reseñare una interesante necrópolis así gótica con un baptisterio por inmersión de gran interés.
Marbella, antigua colonia de los tirios, doce siglos antes de Cristo, era puerto de etapa en la navegación hacia Tartesos, abriendo del Norte por las alturas de sierra Blanca que sirvieron de escenario a las gestas de Omar Ben Hafsum cuando la rebelión de los Muladíes, hasta 485, fecha de la Reconquista.
Se conservan, restaurados, restos muy interesantes del castillo musulmán con su patio de armas y torre del homenaje, siendo también de interés los conventos de San Francisco y de la Trinidad (siglos XVI). En Marbella se nos ofrece la posibilidad de hacer alpinismo si nos lanzamos sobre la sierra blanca de Tolox. La subida, desde el kilómetro 185 de la carretera Cádiz-Málaga exige cuatro horas hasta los 1.220 metros de altitud que tiene el pico de la concha después de pasar por el cerro del sol, callado de la perdiz y pico del Algarrobo. Desde la altura divisaríamos un magnifico panorama sobre la costa; con el límite de Sierra Bullones en el horizonte marroquí.
Nuestra próxima etapa en Torremolinos, antesala de Málaga en la auténtica Costa del Sol. Es una población de constante primavera, verdadera barriada de lujo para los malagueños, de la que solo la separan catorce kilómetros. Hoy día toda esta Costa acrecienta por años su cupo de Hoteles, motéeles, paradores y sus calles son un muestrario abigarrado de lenguas, indamentos, excentricidades. El Sol luce para todos los que la visitan.”
Queridos amigos hacen muchos años, que este viaje por la costa, durante nueve años para ser exactos, lo disfrutaba semana a semana, al tener que desplazarme de Cádiz a Málaga, por razones de trabajo, y donde me esperaban, mi querida Señora y mis tres hijos, que han sido, el aliciente de mi vida y lo siguen siendo, porque no me han dado nada más que alegría y fuerzas para seguir luchando. Doy gracias a Dios por haberme premiado con estos queridos hijos y con mi maravillosa Mujer; son recuerdos que no se olvidan. Y lo añoro tanto que siempre que tengo la ocasión de hacer dicho recorrido me trae tantos recuerdos que me hace rejuvenecer veinte años. Para mí, seria cumplir un sueño, si mi participación en política, en un Partido de Centro, consiguiera poner un granito de arena para que el lujo, el prestigio y la belleza de esta parte de nuestra querida Andalucía, recuperara, la alegría y la belleza perdida en estos años de crisis que por una gestión pésima por parte de los políticos de izquierda estamos padeciendo, espero poder ver cumplido ese deseo que se, que muchos andaluces comparte con migo.
Málaga 09 de noviembre del 2011
Antonio Hurtado Moya
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