Es una pena, estamos incómodos
porque vemos que estamos perdiendo cosas a las que, en realidad, no se puede
renunciar, y eso la sociedad lo sabe.
La crisis de identidad,
la crisis económica es una, la crisis política es otra, la crisis religiosa es
otra, pero la crisis moral, el respeto, la libertad y la justicia que padece la
sociedad es otro punto muy peligroso.
Y estas crisis nos están,
no están desconectadas entre sí. Vivimos un mundo ficticio. Los mundos
ficticios de los mercados financieros, de los poderes de los medios, del lujo y
del placer.
Estamos perdiendo los parámetros
de sus valores y corremos el peligro de hundirnos en el abismo, cuando menos
cuenta nos demos, guiados por la ceguera que la sociedad padece.
Vemos como el poder de
la banca, aglutina enormes patrimonios, como hunde a millones de familias, jóvenes
y ancianos no les importa la edad. Vemos como la velocidad, la alta velocidad
que nos marcan la casta política, a la sociedad literalmente la tienen enferma.
Y si miramos el futuro:
¿Cómo superaran la próxima generación los problemas que les vamos a dejar en
herencia? ¿Hacia dónde se dirige la sociedad cada día mas alejada de Dios?
"esta es una sociedad de codicia" que aburrida de esperar y que le
mientan, ya no se atreve a creer en nada y en nadie. Le pongan las siglas que les
pongan a los partidos políticos. Mientras no cambie la sociedad seguiremos viviendo
incómodos.
Málaga 16 de febrero
del 2014