En la festividad de San Joaquín y Santa Ana se
celebra en algunos sitios el día de los
abuelos, nos recuerdan la educación y
transmisión de la fe y los valores que debemos transmitir a los hijos, ellos en
su tiempo y circunstancias son un eslabón precioso del proyecto de salvación de
la humanidad. Dan vida a la humanidad y dan humanidad a la vida. Pero cada día
hay mas abuelos, pero la buenas costumbres cada vez hay menos, por desgracia se
están perdiendo.
Los abuelos
siempre han sido un tesoro para las nuevas generaciones, por sus testimonios,
su experiencia en todos los órdenes son eso un tesoro infinitamente superior a
la que ofrecía la sociedad de consumo, porque nos enseñan con otro lenguaje
diferente y con otra visión sosegada de ver las cosas. Pero hoy los abuelos no
solo somos unos estorbos, una carga para la Sociedad y la Seguridad Social y un
gasto para los Ayuntamientos.
Los
abuelos, necesitan tener algún aliciente para que esa sabiduría, esos
conocimientos, ese tacto y cariño que ellos, nos dan no lo pierdan. En Málaga,
por desgracia, las autoridades Municipales no están dispuestos a ayudar para
que el espigón del morro, que les quitaron, para un buen fin, nadie lo discute,
pero que serbia de sosiego, libertad, relax y donde los abuelos enseñaban a sus
nietos a pescar; pueda ser sustituido por otro
espigón en cualquiera, de los
muchos espacios de la costa que tiene Málaga, donde se puede hace un espigón,
peatonal, de altura que le daría hasta una vista bonita y turística a la bahía,
pero nos están negando esa posibilidad.
Los abuelos
se toman con absoluta seriedad a los nietos, los escuchan y les cuentan
historias que excitan la curiosidad y la imaginación de los pequeños. Ellos con
su sabiduría, cariño, paciencia y mucha ternura saben transmitir recuerdos y
tradiciones familiares. Les enseñan a ser leales, sinceros, trabajadores,
fieles, generosos, con ideas claras de lo que está bien o mal. Que sepan lo que
es la buena educación, los buenos modales, el respeto a todos, hablarles de
todas las virtudes humanas para que de mayores puedan hacer una sociedad más
justa, más solidaria, menos egoísta y ambiciosa y, que vean con los ojos del
alma que el ser humano vale por lo que es, y no por lo que tiene. Los abuelos
cada vez tienen menos y nos lo siguen dando todo.
Suelen ser en muchos casos, los niñeros, y en muchísimos
casos gracias a sus cortas pensiones dan cobijo y de comer a sus nietos y a sus
hijos. Pero eso el Sr Alcalde los poderosos hombre de talento del ayuntamiento,
o no lo saben, o no lo quieren saber. Que con muy poco pueden hacer una labor
muy grande. Pero esta casta política ha perdido el norte, la delicadeza, la
dignidad y la humanidad, y privan de algo tan importante para esos abuelos que
tanto nos dan a cambio de muy poco.
Hay que
hacer una batalla contra las mentiras de los políticos, contra la ignorancia,
contra la más triste de las pobrezas: la Soledad. Tenemos que movilizar los
impulsos generosos de la gente joven, en esa gran obra propuesta por que los
encargados de Costas y los del ayuntamiento se ponga de acuerdo y encarguen la construcción
de un espigón o puente elevado, peatonal para estas personas que se lo merecen. Sería una gran
obra de caridad y de justicia que es procurar que los ancianos, los niños y los
Discapacitados, tengan un espigón donde poder ser libres.
Ahora,
cuando los ataques contra la familia parecen arreciar, debemos guardar con
fortaleza ese patrimonio recibido de nuestros padres. Las nuevas circunstancias
piden familias coherentes, generosas en su comportamiento. También debemos
fomentar y mejorar la costumbre de respetar y querer a los abuelos. A los discapacitados.
Procurando que estos se sientan útiles, que sientan que les hacemos caso; y que
no se sientan solos, deben sentirse queridos. Ojala que, bajo ningún concepto
sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles
a las nuevas generaciones. Nosotros lucharemos por conseguir
ese espigón tan esperado por ellos. Para ahogar la soledad que tanto pesa, a
los que la padecen.
Málaga 6 de Marzo del
2014
Antonio Hurtado Moya