Trato
de dar respuesta a la cuestión de qué ocurriera en esta sociedad cuando bajos
índices de natalidad, y envejecimiento, de la población se junta con una
inmigración incontrolada, una amenaza terrorista. Y unos partidos políticos con
unas lides que han perdido el norte. Yo creo que Europa, dada su debilidad,
tendrá que jugar, en el futuro, un papel
en los asuntos mundiales, más serio. España no se escapa de su análisis y deja
constancia de su fracaso en las relaciones democrática que deben imperar entre
partidos por el bien del pueblo y el progreso de nuestra Nación.
El
contexto sociocultural que estamos viviendo, es motivo para reflexionar sobre
las singularidades que aquejan a España y que no comparte con ningún país de
Europa, lo que hace de su situación algo
particularmente grave: Jamás los ciudadanos se nos pasaría por la cabeza que después
de haber superado una dictadura de cuarenta años, después de haber conseguido
una constitución democrática donde buenos y malos archivaron el pasado para que
España pudiera disfrutar de un gobierno democrático. Después de cuarenta años
de gobiernos supuestamente democráticos donde la izquierda y la derecha se
turnaban en los periodos de gobierno encubriéndose mutuamente los fallos como
los acierto, las corrupciones como las subvenciones a los amiguismo, ahora
cuando la sociedad necesita un gobierno fuerte, nos encontramos con que la
izquierda quiere el protagonismo que creíamos olvidado, sacan la bandera del
comunismo para derrotar a la derecha y terminar con la iglesia católica que al
parecer le ha hecho mucho daño al pueblo español.
En España, después de cuarenta años
de aprobarse una constitución democrática, el modelo de estado sigue sin
cerrase, lo que se ha traducido en una dinámica de descomposición. De la
democracias y las libertades. En un arrebato de originalidad se puso en
práctica un modelo excepcional en el constitucionalismo comparado: y se inventó
el "estado de las autonomías". Su materialización ha consistido en ir
desposeyendo, paulatinamente y sin pausa, al Estado de sus competencias,
creando a la vez fronteras interiores basadas en exclusivismos artificiales y
en diferentes niveles de bienestar. Hasta el extremo que hoy no tenemos Estado,
pero si estamos divididos y controlados por gobiernos totalitarios y corruptos,
separatista y con una sola ambición la de dividir a los españoles, sin importarle
el daño y el perjuicio que le ocasionarían a los ciudadanos.
España es el único país de Europa con
un terrorismo propio, de carácter secesionista, donde sus miembros y
simpatizantes están en las instituciones del estado y reciben ayuda de los
presupuestos públicos, con el apoyo de los socialistas que tantos golpes de
pecho suelen darse cuando se trata de atacar a la derecha.
En España, se relativiza, o se niega el
concepto de nación, impulsado por grupos minoritarios, de política que permite a
las minorías independentistas resortes políticos que cualquier estado con un
mínimo sentido de la supervivencia no osaría considerar, ni tan siquiera en
tono de broma, su transferencia a las regiones. Ejemplo: la educación, la
justicia y la sanidad, que tanto daño está haciendo a tantísimas familias, tantísimos
jóvenes y a tantísimos ancianos y viudas.
Y, sobre todo, existe un hecho de
enorme importancia social: el pueblo español cree que vive en una democracia
consolidada. Las "élites" políticas españolas trasmitieron al pueblo
que se había terminado con éxito la "transición política" y que todos
se habían convertido en "demócratas de toda la vida". Se había
conseguido un hecho espectacular, lo que otras naciones habían tardado siglos
en alcanzar, España lo había conseguido en una década prodigiosa. Se instaló en
la opinión pública la certeza que era madura y estaba bien informada, que había
una clase política experta y con sentido de estado, que funcionaba la
separación de poderes y actuaba como la fortaleza de la democracia, dado el
vigor y prestigio de sus instituciones. Todo era una falacia. A los cuarenta
años descubrimos que todo es mentira, que nos han estado engañando lo mismo la
izquierdas como la derecha, y que lo único conseguido es hundir el prestigio de
España, arruina las empresas, a los empresarios y a la clase media trabajadora,
implantándose la corrupción en todos los partidos políticos, sindicatos e
instituciones del estado, y que nos costara sudor y lágrimas salir si seguimos
con los lides políticos que tenemos.
Europa
está enferma. El bajo nivel de natalidad y una inmigración descontrolada, es un
cóctel letal para el ser europeo y para cualquier sociedad. España sufre esa
enfermedad y, además, su propia deriva centrífuga, que puede acelerarse al
ampliarse las desigualdades sociales por la crisis económica. Su sociedad está
enferma y su mediocre clase política es incapaz de encontrar el tratamiento
adecuado ya que, sin excepciones, se embarca en una huida hacia delante, y
evitando las referencias éticas. Si encima por culpa de estos grupos de
izquierdas se empeñan en llevarnos a una quiebra total e implantar un gobierno débil,
totalitario como los ejemplos que tenemos en Venezuela y en cuba por no
mencionar otros países hispanos que lo están sufriendo en sus carnes.
Si
los miembros de los partidos y la sociedad no reaccionan a tiempo, todo hace
indicar que tendremos que empezar una segunda transición y los ciudadanos
exigir un nuevo talante político, en la clase política de España. Por eso
estamos proponiendo a un Partido Político con sangre nueva y con un proyecto
moderno,” VOX”. Es una formación de derechas, con las ideas muy claras de lo que
necesita la sociedad española, y es entre otras cosas reducir el monstruo de administración
que se ha creado, y terminar con los gobiernos autonómicos que lo único que han
conseguido es la creación de nacionalista enfermos de ambiciones individuales separatistas que nos llevaran
a la destrucción de España antes o después.
Málaga
03 de Septiembre del 2016
Antonio
Hurtado Moya